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viernes, 25 de octubre de 2013

AUSTRALIA. TAN LEJOS Y TAN CERCA.



 A veces, como un preciso mecanismo para preservar neuronas, trabajamos las simplificaciones. Reducimos los grandes espacios a pequeños cubículos que podamos transportar mentalmente. Por eso huimos de las reflexiones profundas y nos resistimos a intimar con las complejidades.  Manifestaciones de simplicidades hay varias. Una de ellas son los tópicos. La otra los estereotipos.
   Toda esta inicial reflexión se nos muestra en ese extraordinario país llamado Australia. La simplificación o comentario más común de ese país es decir ,con la seguridad que a veces otorga el desconocimiento, que es un continente. O que es muy grande. A partir de aquí, silencio en la línea. Ni idea de quién es su primer ministro, cuál es su capital o australianos ilustres.
  Ha habido varios intentos de ordenar ideas, de hacer accesible ese país-continente que parece escondido sin meter ruido en la esquina del mundo. Y de esos intentos, he tenido la suerte de leer “En las antípodas”. Un amenísimo libro de Bill Bryson. He de decir que Bryson es uno de mis ídolos literarios. No hay escrito suyo que no me haya hecho aprender, sonreír y empaparme de fina ironía británica, que es poco más que inteligencia gaditana envuelta en la lengua de Shakespeare. Recomiendo encarecidamente, y mis amigos lo habrán sufrido con cierta frecuencia, la lectura de su último libro “En Casa”.



 Pues bien, Australia es, como poco, un país fascinante. Cierto, todos los países tienen algo de fascinante. Pero Australia es un país hecho hace poco y que ha llegado a unos niveles de desarrollo humano envidiables. Muchos, de huir de la vieja Europa, encaminaríamos nuestros destinos a la tierra de los canguros. A decir de Bryson, y de los propios australianos, Australia es una mezcla del  “bush” del desierto lleno de matorrales y de ciudades donde se vive divinamente.
 Su clase política absolutamente desconocida por los propios australianos y ,sobre todo, por el resto del mundo es muy particular. Uno de sus políticos más divertidos era John Howard que pasaría perfectamente, en su jovialidad y donaire brioso, como el excepcional presidente de una asociación de directores de pompas fúnebres. Son famosos los insultos desplegados en las sesiones parlamentarias para dar la pimienta necesaria a un país plácido y, en muchos momentos, soso. Chanchulleros cobardes, cabezas cuadradas, timadores inmundos, basura, criminal, depravados, gusanos, estúpidos, payasos, sarnosos o merluzas pasmadas suelen ser los cariñosos epítetos que se arrojan los miembros de la oposición y del gobierno. La sensación sobre la incompetencia de los políticos es generalizada en la población australiana.
 Ahora bien, manteniendo esa línea de país uniforme y tranquilo, Australia  alberga en su fauna el catálogo más nutrido de especies venenosas. Si sientes un mordisco en el tobillo es muy probable que te haya picado algo que te haga sentir muy mal. Pero muy mal. Catorce serpientes mortales y la famosa medusa cobre que te factura al infierno en quince segundos.




De entre las ciudades de Australia destaca Sydney. Con sus cuatro millones y medio de sydneysiders (así se llaman)  nos ofrece un escenario espectacular y luminoso con su mítico Opera House. La construcción de este icónico edificio alberga una historia interesante. Compuesto por más de un millón de azulejos aporta grandes innovaciones a la construcción de grandes espacios a través de sus bóvedas autoportantes, llamadas conchas y que son las que dotan al edificio de su personalidad. Curiosamente, el arquitecto del edificio fue un danés llamado Jorn Utzon. Bastó un simple esbozo a lápiz de la silueta del Opera House para que el Ministerio de Obras Públicas le concediese el contrato. 



A partir de ese momento se desplegó el infierno en sus diversas formas. Las dichosas bóvedas autoportantes dispararon el presupuesto del proyecto a un sobrecoste de un 1400%. Llegados a un punto de tensión Utzon le espetó a Hughes, a la sazón ministro de Obras Públicas: “ Si Ud no lo hace, yo dimitó” ( se refería a aceptar un nuevo sobrecoste). El ministro, henchido de flema británica respondió:“ Yo aceptó su dimisión. Muchas gracias y adiós”. El Opera House tardó catorce años en construirse (1959-1973) y su creador no asistió a la inauguración. Jorn Utzon salió escarmentado y nunca más proyectó grandes obras. Viviendas , pequeños edificios y urbanizaciones fueron el espacio creativo de uno de los más grandes arquitectos del siglo XX. El reconocimiento de su excepcional obra se produjo en 2003 cuando la Universidad de Sydney le otorgó el doctorado honoris causa. El 28 de junio de 2007 la UNESCO declaró al Opera House como Patrimonio de la Humanidad. Utzon falleció en 2008 con el reconocimiento a su genio. Hoy no se entienden las obras del afamado Frank Gehry ,como el Guggenheim de Bilbao, sin los antecedentes expresionistas plasmados en el Opera House por Utzon.
Historia de un país maravilloso con una creatividad musical imparable que mostraré en el próximo post.
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En las Antípodas Bill Bryson. RBA libros. 2006

1 comentario:

  1. Historia de reconocimiento tardío tenemos muchas. La vida es una lucha de obstáculos donde los cambios e innovaciones no son fáciles y no siempre bien vistos. Pero la experiencia y trayectoria vital de grandes creadores nos muestra que lo bien hecho, lo bello y lo sublime siempre se termina valorando

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