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domingo, 23 de febrero de 2014

AHORA YO LLEVO EL BLOG



Permitan que me presente. Soy el gato de la esquina. Ese elemento negro que mira sin cesar a uno y otro lado del blog y con quien pueden jugar si les aburren los contenidos. Llevo dos años esperando con paciencia mi momento. Y mi momento ha llegado. El propietario del blog anda muy ocupado y ya no se dedica al asunto con la intensidad de antes. Las cosas tienen un recorrido de entrega e ilusión. Contemplé con flema británica los más de cien post de Jesús. Había de todo. Como les dije ha llegado el momento de tomarle el relevo.
Permitan que les recuerde que sobre los gatos sigue acrecentándose el misterio. Que si tenemos siete vidas, que si percibimos lo que los humanos ignoran. Les diré que sabemos leer y somos asiduos de la literatura y de la música. Pero también les diré que nuestro conocimiento nos hace libres y críticos. Del mismo modo que no servimos a ningún señor no servimos a ninguna ideología. Cada gato tiene la suya.
Así que entiendan este post como una nueva era en el blog Puentes. Su creador anda despistado en otras cosas y las musas le han abandonado.  
Me llamo Michi. Un nombre absolutamente banal en un gato, algo así como Juan o Antonio en un hombre. No sé quién es mi madre. Lo de mi padre ni me lo planteo. Ya saben ustedes que a los gatos nos lanzan a la vida con temprana determinación. Nací en Córdoba en las proximidades del Hospital de la Cruz Roja en una camada de nueve hermanos que se dedicaron a los más variados oficios y tareas. No guardo relación con ninguno de ellos. Mis primeros días se desarrollaron en un fotomatón. Sobreviví mi primer invierno gracias al calor de la maquinaria de fotos. Y supe introducirme por los huecos del artefacto hasta el punto que mi curiosidad fue engordándose con conocimientos de electrónica. Hoy puedo habitar en forma de avatar en cualquier ordenador. Digamos que preparé mi inmortalidad a conciencia.
Mis conocimientos fueron creciendo y solo faltó que mi benefactor Jesús picara el anzuelo y me acogiera. Por las noches yo manejaba su ordenador y navegaba por las más variadas páginas web y computación. Llegué a contactar con otros gatos tan frikis como yo. Eran unos genios. Del MIT. Ni más ni menos. Una pandilla de golfos y golfas que alternaban con los científicos más creativos del planeta. Desarrollaban un proyecto para el que requerían colaboración. Siendo una certeza absoluta que los gatos tenemos siete vidas, somos tan irresponsables de apurarlas al máximo. Es lo que pasa cuando se saben los límites, que nos aproximamos a ellos. Los estudios evidenciaban que el porcentaje de gatos que se situaban en los contornos de la séptima vida eran altos. Así que esta pandilla gatuna del MIT se planteó desarrollar la octava vida de los gatos. Aunque una vida particular, una vida en donde no hay galletas ni raspas de pescado, sino cookies y banners. Se trataba de pasar al otro lado y trastear por la red. Desde mi experiencia con los ovillos nada mejor que revolverse en la inmensidad de las páginas web, blogs y servidores.
Sí. Dirán que estoy loco, que no se creen mi historia. No se la crean, los gatos no necesitamos la complicidad y la comprensión de nadie. Nos basta con nuestra autosuficiencia y esa mirada lejana y fría como si les perdonásemos la vida.
Hicimos pruebas. Bastaba conectar con una web que me dijeron los del MIT. Era una web donde aparecía un acuario. Al tocar la pantalla con mi hocico , esta parecía deshacerse. Me llegaba un mareo extraño y me veía dentro pixelado con un color negro. No me podía tocar y era incómodo, pero seguía siendo yo. Un día decidir dar el paso definitivo y ahí me tienen. Trasteo en la red. Ya no necesito comer ni maullar por las esquinas. Solo me muevo por la red persiguiendo un ovillo de páginas e información.
Aquí me tienen. A partir de ahora se entenderán conmigo y yo con Ustedes. Ya sabrán de mí en los próximos post.
 
 

1 comentario:

  1. Ya sabía yo que cualquier día darías un golpe de estado en el blog aprovechando mi debilidad. Suerte, minino

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