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miércoles, 20 de mayo de 2015

SWEDISH MUSIC




Decir que en Suecia hace un frío que pela no es decir nada nuevo. Pero, dado el calorcillo que empieza a instalarse por estos lares, es lo primero que me ha venido a la mente. Allí estarán ahora frotándose las manos mientras cubren sus cabezas con un gorro de lana.

Suecia está llena de contrastes. Pese a ser uno de los países con mayor nivel de transparencia, sin apenas casos de corrupción, presenta un  elevado volumen de delincuencia. Sí, en el centro del modelo de bienestar y de la tolerancia, te pueden pegar un tiro mientras te tomas un café en algún restaurante. Los asaltos, crímenes sexuales, racistas y fraudes están muy por encima de la media comunitaria.




La explicación a tamaña paradoja parece estar en el tratamiento estadístico de los delitos y la confianza- bien ganada- que la policía genera en la ciudadanía. Se denuncia todo, absolutamente todo y se computa todo, absolutamente todo. Aunque ello haya que compensarlo con la circunstancia de ser uno de los países del mundo con menos población reclusa. Aún despejando esta incógnita lo cierto es que el nivel de delincuencia es llamativo.




Entre el frío y la decoración minimalista se han producido tensiones notables en su política de inmigración que parecen exigir correcciones. Suecia nos muestra que hasta en los cielos hay trozos de infierno y que todo no es ni negro ni blanco sino que se desenvuelve en el gris plomizo que adorna sus días. Algunos de estos aspectos aparecen en las novelas del malogrado Larsson o el genial Mankell.

Yendo al terreno musical, las bandas folk con temas en indescifrable sueco copaban su universo musical hasta que aparecieron dos chicos normales tirando a escuchimizados casados con dos maravillosas féminas que cantaban como los ángeles. Eran los ABBA con sus atuendos entre payasescos y picantes. Ellos con esos monos en la órbita de Miliki y Fofito y ellas, tan sofisticadas, con esos trajes estampados y ceñidos que nos hacían pegarnos a aquel televisor en color recién estrenado. Letras fáciles, hasta simplonas- se les acusó por eso- y uso de las tecnologías punta en sintetizadores  y técnicas de grabación los auparon al olimpo de los grupos que más han vendido en la historia. Por encima de los Beatles ( Dios Lennon me perdone por decirlo). Ellos crearon el europop, ese easy listening que te hace la existencia auditiva tan agradable como la visión del último mueble de Ikea. Los ABBA facturaron en sus buenos tiempos más que la compañía de automóviles Volvo- hoy en manos chinas- y hoy, gracias a su impulso, Suecia es la tercera potencia exportadora musical del mundo, tras los norteamericanos y los británicos. No hay éxito mundial que no tenga detrás un autor sueco en la producción, composición o en la instrumentación.



Se separaron, se divorciaron y abandonaron los trastos musicales después de cosechar un éxito tras otro. Salieron a mal entre ellos y con su manager. Pero, entre tantas discordancias y desavenencias asentaron una forma de hacer música que raya en la perfección. Hoy, los grupos suecos muestran un elevado nivel de efectividad y desempeño. Desde los herederos de ABBA como Roxette, Ace of Base, hasta la oleada de indiepop y los más afamados DJ.

Próximamente haremos un elemental repaso al panorama y nos quedaremos cortos, muy cortos.

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