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sábado, 3 de marzo de 2012

EL PUENTE DE LOS ALEMANES



En nuestro esfuerzo por  representar simbólicamente las cosas tendemos a buscar equilibrios y simetrías. Lo poderoso lo representamos repleto de tamaño. Así, el poder se rodea de megaestructuras , de grandes edificios y de hazañas arquitectónicas. Sin embargo , esta aseveración parece tener sus fallas: el Congreso de los Diputados me parece pequeño, la sede del Consejo General del Poder Judicial no se caracteriza por su grandeza y el extraordinario poder que atesora la Audiencia Nacional parece escondido bajo el aspecto de un vulgar edificio de vecinos.

Así pues , no siempre lo extraordinario se representa a lo grande. En nuestro blog Puentes traemos la historia de un puente pequeño que no aparece en ningún ranking de tamaños y soluciones técnicas. Un puente sencillo y anodino que alberga, eso sí, un extraordinario relato de solidaridad.

El 18 de diciembre de 1900 la fragata alemana  Gneisenau de 2843 toneladas, 470 tripulantes y 14 cañones, regida por el comandante Kretschmann, se encontraba anclada en las afueras del puerto de Málaga. Un fatídico exceso de confianza del comandante le llevó a ignorar la conveniencia de amarrar en puerto , pues el tiempo amenazaba temporal. La fuerza del viento y la violenta lluvia pudieron con la Gneisenau que estuvo a merced del mar zarandeada por las olas. La nave quedó sin control y se procedió a evacuar a la tripulación en pequeñas lanchas. La mayoría de ellas se estrellaban contra las rocas hiriendo gravemente a sus ocupantes. Piernas quebradas, cabezas abiertas y  hombres como muñecos rotos eran los macabros juguetes de unas olas enrabietadas que  no parecían cesar en su terrorífico entretenimiento. Mientras tanto, la Gneisenau se acercaba como una ballena moribunda al malecón. Poco a poco se fue hundiendo quedando con los palos mayores fuera como agotados brazos de náufrago que pedían ayuda. El pobre comandante Krestschmann intentó coordinar la evacuación , pero un golpe de mar le tragó , como si Poseidón le llamara exigiéndole cuentas.


Inmediatamente, los malagueños organizaron grupos de rescate para salvar a los marineros alemanes. Se pusieron en práctica todas las formas y mecanismos de salvar  náufragos: embarcaciones, cuerdas, cables… De sus 466 tripulantes fallecieron 41 . Los heridos llegaron al centenar. Doce malagueños perdieron su vida intentando salvar a los alemanes.

La regente María Cristina otorgó a la ciudad el título de "Muy Hospitalaria" que , desde entonces, figura en el escudo de la ciudad. En el Real Decreto por el que se le concede tal distinción se dispone:  De conformidad con las razones expuestas por el ministro de la Gobernación, de acuerdo con el Consejo de Ministros, en nombre de mi Augusto Hijo el Rey Don Alfonso XIII y como Reina Regente del Reino, vengo en conceder a la ciudad de Málaga el título de “Muy hospitalaria” a que tan honrosamente se ha hecho acreedora, rivalizando todas sus clases, Corporaciones y Ayuntamiento en el salvamento de náufragos de la fragata de guerra alemana Gneisenau, acreditando una vez más las altas dotes de abnegación, valor y caridad que distinguen a tan noble pueblo. Dado en Palacio a tres de Enero de mil novecientos uno. María Cristina.”

Siete años después , en la noche del 23 al 24 de septiembre de 1907,se produjo "la gran riá" del río Guadalmedina que  provocó la destrucción de varios puentes de la ciudad, entre ellos el de Santo Domingo, además de cobrarse 21 vidas. Cuando la noticia llegó a Alemania , el káiser Guillermo II abrió una cuestación popular para construir un nuevo puente: el Puente de los Alemanes. En uno de los arcos del puente reza:" Alemania donó a Málaga este puente agradecida al heroico auxilio que la ciudad prestó a los náufragos de la fragata de guerra Gneisenau. 1900-1909" . El agradecimiento alemán llegó hasta 1984 , pues con aportaciones del gobierno de la República Federal de Alemania se restauró el puente.

Es un puente discreto, pequeño, anodino. Una simple pasarela. Lo grande se suele encontrar bajo las formas simples, bajo lo elemental y sencillo. El puente de los Alemanes de Málaga no es un puente cualquiera, no sirve sólo para pasar de un lado a otro del Guadalmedina. En él se aprecia uno de los más bellos y nobles sentimientos del ser humano:  ser solidarios y ayudar a los demás… Es por derecho propio, un extraordinario monumento a la solidaridad.


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